martes, 29 de abril de 2014

Las puertas de Samhain - CAPÍTULO 3. LA HIJA DE LA DIOSA

“And above all, watch with glittering eyes the whole world around you because the greatest secrets are always hidden in the most unlikely places. Those who don't believe in magic will never find it.”
«Ante todo, observa con ojos relucientes el mundo que te rodea, porque los mejores secretos siempre se esconden en los lugares más insospechados. Aquellos que no creen en la magia nunca la encontrarán.»

  Roald Dahl


o tendría que estar allí. Un extraño impulso le había llevado hasta Bishopsgate, pero ahora que podía pensar en frío, todo le parecía una locura. No la iban a creer. Entre aquella gente predominaba la fría lógica, y lo místico no tenía cabida en su mundo personal. La tomarían por una lunática. ¡Ja! ¡Una lunática! ¿Acaso no lo era?

Agatha se rió de su propio chiste. Todavía estaba a tiempo de salir de la comisaría de policía y mantener su dignidad. Se inclinó hacia delante en la dirección que había tomado el policía que la había atendido. En aquel pasillo solo había dos puertas. ¿Pero cuál había atravesado ese hombre? No la había tomado muy en serio, y eso a pesar de que no había encontrado el valor para decirle la verdad. ¿Tendría más suerte con el inspector? No lo tenía muy claro.

— ¿La señora Woodlands? ¿Agatha Woodlands?

— Eh, sí —idiota, pensó, ¿cómo iba a recibirte el inspector? Por lo menos su ayudante parecía agradable… y guapo. ¡Agatha, concéntrate!—. Soy yo.

— Soy el inspector Richard Rowland, y este es el agente Warren MacAvoy. Si tiene la amabilidad de acompañarme a mi despacho…

— Claro—¡Vaya!—, inspector.

Por alguna razón, creyó haberse equivocado de habitación al entrar por la puerta que el inspector Rowland le había abierto. Esperaba encontrar una habitación fría y poco iluminada, con un aire a Los intocables de Elliot Ness, pero en su lugar, entró en una luminosa habitación algo revuelta que destilaba vida por sí misma. Tres de las cuatro paredes de la habitación estaban decoradas con cuadros con fotografías de ciudades de todo el mundo. La única que incumplía esta regla mostraba un gran mapa de Londres y varias pizarras blancas en las que habían colocado las fotos de cuatro mujeres y varios informes.

— Siéntese, por favor.

Richard Rowland se sentó frente a ella; el agente MacAvoy tomó sitio a su lado, entre el inspector y ella, con un cuadernillo en sus rodillas. Una vez instalados cada uno en su sitio se produjo un silencio incómodo que el joven inspector se aventuró a romper.

— ¿Y bien?

— ¿Perdón?

— Señora Woodlands, le dijo al agente Rogers que disponía de información importante sobre el caso, que había visto al asesino. ¿Dónde fue? ¿Y cómo pudo identificarlo?

Querida Madre, dame fuerzas. ¿Cómo se lo digo?

— Verá, yo… le vi matar a una de las jóvenes del corcho —dijo señalando hacia las fotografías—, la rubia del pelo rizado.

¡Ay! Los dos policías pegaron un pequeño brinco en sus respectivas sillas y miraron a la joven con ojos como platos. Agatha, lo has dicho. Ya no puedes echarte atrás.

— ¿Vio al asesino matar a una de las víctimas? ¿Usted estuvo presente durante uno de esos asesinatos?

— Sí, vi al asesino. Vi como mataba a esa mujer —declaró con un suspiro—. Lo vi en un sueño.

¡Maldita la hora en que se te ocurrió entrar en la comisaría! Los dos policías se miraron sorprendidos antes de recuperar la compostura. Había decepcionado a aquellos hombres. Esperaban a un testigo casual escondido entre las sombras y en su lugar tenían delante a una joven que pretendía burlarse de ellos.

— ¿Un sueño ha dicho? Pero, ¿cómo…?

— Soñé con una figura encapuchada… se acercó a la muchacha y la dejó inconsciente. Fue en ese momento cuando se quitó la capucha mostrando al Dios Chacal —las palabras le salían a borbotones a la joven en un instintivo intento por defenderse—. Sacó un cuchillo ceremonial con el que abrió a la joven y…

— Ya, y no pudo ver la placa en el collar del per… ¡Ay! —un codazo por parte de su superior impidió al agente continuar la broma— Señora, mire…

— Le agradecemos su colaboración, pero no podemos seguir con la declaración —dijo el inspector levantándose y abriéndole cortésmente la puerta del despacho— Si nos disculpa, tenemos un compromiso que atender dentro de unos minutos.

— Pero… yo, inspector…

— Si no le supone ninguna molestia, continuaremos con esta conversación en otro momento…

— Escuche, ese hombre no es Jack el Destripador, como afirma la prensa. Con su cuchillo ceremonial extrajo minuciosamente los órganos de la joven hasta dar con el estómago y…

— ¿Cómo ha dicho? —El inspector Rowland casi había cerrado la puerta de su despacho detrás de él cuando Agatha hizo aquella revelación —Warren espéranos fuera.

El inspector volvió a introducirla en su despacho y cerró la puerta sin que al agente le diese tiempo para rechistar. Fue entonces cuando Agatha se encontró con esa mirada de ave rapaz traspasando hasta la última fibra de su ser, llegando hasta lo más profundo de su alma. Estaban a escasos centímetros el uno del otro, por lo que no le supuso ningún problema oír su susurro.

— ¿Quién le ha filtrado información?

— Inspector, nadie…

— ¿Quién le ha filtrado esa información?

— ¡Nadie! Lo vi en mi sueño.

Aquellos ojos grises le siguieron taladrando a pesar de que el joven le había dado la espalda para volver a su asiento. Una vez instalado, le hizo un signo para que se sentara. La joven no pudo evitar rehuir su furiosa mirada. Al cabo de unos segundos, que se le hicieron eternos, el policía volvió a hablar. Por aquel tono sosegado y lleno de autoridad que empleó a continuación, Agatha tuvo claro que esta vez la escucharía hasta el final.

— La foto que ha señalado, ¿es la de la joven que vio en su sueño?

— Sí, la joven rubia con el pelo rizado.

— ¿La vio defenderse de su agresor?

— No pudo. Lo confundió con un cliente. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca de la joven le lanzó unos polvos a la cara con los que la dejó inconsciente.

— ¿Y vio cómo ese hombre con la cara de un chacal le extraía un órgano?

— En realidad era una máscara ritual que simboliza a Anubis, el Dios Chacal, el dios egipcio del pasaje al Otro Lado. Ese hombre enmascarado le extrajo varios órganos hasta dar con el estómago. Fue entonces cuando colocó el órgano en un contenedor hermético y degolló a su víctima.

Volvió a instaurarse un silencio sepulcral en la habitación. La mirada del policía había perdido parte de su dureza, y la joven wiccana encontró fuerzas para volver a mirarle a los ojos.

— Fue esta madrugada cuando nos informaron del descubrimiento del cadáver de la joven rubia. ¿Cuándo soñó con ello, señora Woodlands?

— La primera vez fue durante la Luna de cosecha. Desde entonces no ha habido noche en que no se volviese a reproducir ese eco.

— ¿La Luna de cosecha? ¿A qué se refiere?

— Es el nombre que damos a una luna llena especial, la luna llena del mes de octubre. Es la luna más grande y brillante de todo el año, al ser la primera luna llena tras el equinoccio de otoño. Está llena de simbolismos. Este año ha caído en la noche del 1 al 2 de este mes.

— Fue esa madrugada cuando se produjeron los tres primeros asesinatos. La noticia me llegó a la mañana siguiente. Descubrimos el cuarto cadáver anoche, y según el informe que me pasaron justo antes de su llegada, su asesinato se produjo en la misma fecha. ¿Pertenece usted a algún… círculo especial?

—A una religión especial Soy wiccana —dijo con una media sonrisa. Al ver la incomprensión de su interlocutor, decidió explicarse—. Somos descendientes de la religión celta. Veneramos a la naturaleza y a sus creadores, la Diosa Madre y el Dios Cornudo.

— Dijo que el asesinato se llevó a cabo mediante algún tipo de ritual. ¿Le resultaba familiar? ¿Ha oído de alguien que lo practique?

— No, no creo que se trate de un ritual en sí.

— Pero usted reconoció una máscara y un cuchillo ceremonial.

— Sí, eso sí. Pero lo que intento decirle es que no creo que se trate de un asesinato ritual, sino de un asesinato implicado en un ritual.

— No le sigo. ¿Cuál es la diferencia?

— Mi aquelarre aborrece tales actos, pero sé de otros grupos minoristas que los practican. En un asesinato ritual, la finalidad es el asesinato, o lo que el ritualista consigue con tan innoble acción. El sacerdote tiene, por lo tanto, unos patrones muy definidos y de los que no puede salirse, al igual que tampoco debe añadir elementos externos. Toda intromisión supondría la invalidez del ritual… o la intromisión de fuerzas no deseadas.

El joven inspector, que había ido tomando nota de toda la información proporcionada por su interlocutora, se tomó por fin un respiro para reflexionar.

— Entonces, si lo he entendido bien, un verdadero practicante nunca habría encubierto el ritual con los patrones atribuidos a Jack el Destripador. Fuesen cuales fuesen las consecuencias.

— En efecto. Habría buscado alguna forma de ocultar el cadáver o deshacerse de él, pero siempre después del ritual, y sin volver a infligir más daño al cuerpo.

— El asesinato, por lo tanto, forma parte de un proceso previo a un ritual, según su razonamiento.
— Sí, y por la invocación del Dios Anubis por parte del ritualista, me inclinaría a pensar en algún ritual practicado por alguna secta del Antiguo Egipto.

— ¿Una secta?

— No conozco mucho la religión egipcia, pero sí sé que sentían un gran respeto por los muertos y por la otra vida. Además, eran muy supersticiosos. Ningún sacerdote se habría aventurado a profanar el recipiente de un alma humana a menos que estuviese dispuesto a abrirse a la oscuridad, a menos que buscase algo en las Tinieblas. Además…

— ¿Sí?

— El ritualista, o alguien que trabaja con él, abrió una puerta hacia la oscuridad esa noche, estoy segura.

— ¿Cómo lo sabe?

— ¿Vio usted la luna llena de esa noche? ¿La Luna de cosecha?

— Sí, salí tarde de trabajar y he de reconocer que… en fin, me perturbó.

— Como ya le dije, la Luna de cosecha es una luna llena de magia. Es la luna que inicia el mes celta de Samonios, el mes en el que el Dios va debilitándose hasta su muerte en la siguiente luna llena, la Luna del Cazador. En este mes el velo que separa el mundo de los vivos y el mundo de los muertos es mucho más fino. Es entonces cuando comienza la estación sombría, en la que la muerte toca nuestro mundo. Más tarde, en Yule, el solsticio de invierno, la Diosa le devuelve a la vida, e irá restableciéndose poco a poco hasta su completa recuperación en Imbolc, en febrero, dando inicio a la primavera. La luna llena es la máxima expresión de la Diosa Madre. En esas noches ella nos ofrece su máxima protección, pero temo que alguien haya aprovechado el poder de esa luna para rasgar el velo que separa los dos mundos y así acceder a algún poder oscuro de las Tinieblas.

— Entonces… ¿alguien cree haber rasgado ese velo obteniendo esos órganos?

— No. Aunque un asesinato es un acto lo suficientemente macabro como para crear una conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos, por suerte se necesita mucho más para abrir un camino entre ambos. Llevo tres días dándole vueltas y creo que tanto el rasguño en el velo como la recolección de esos elementos son los pasos previos a algún ritual oscuro.

Recolección. ¿La Luna de cosecha ha dado algún significado especial a esos órganos?

— En efecto. Los wiccanos creemos que esta luna da una fuerza especial a las hierbas y productos de cosecha que recogemos esa noche. Sería lógico pensar que otros la tengan también en cuenta para obtener partes o sustancias de seres vivos para sus rituales.

— Órganos humanos como parte de un ritual oscuro —el inspector se llevó las manos en la cara y permaneció apoyado en la mesa en esta posición durante un tiempo.

— Sé que lo que acabo de contar le parecerá pura fantasía y superstición, pero…

— Pero lo mire como lo mire, forma parte de las creencias de esa secta responsable de los asesinatos. ¿Qué haría usted?

— Investigar la mitología y las creencias egipcias, sobre todo los elementos propios del paso a la Otra Vida, el ámbito de Anubis.

— Bien. ¿Tiene… planes para esta tarde? —el inspector se sonrojó al darse cuenta de la posible malinterpretación de su pregunta— Quiero decir… le preguntaba si le importaría acompañarme esta tarde al British para buscar esos elementos del paso a la Otra Vida. Tengo el convencimiento de que usted sabrá mucho mejor que yo qué buscar.

— Será todo un placer —respondió la joven wiccana con una sonrisa.